El joven empresario asturiano estrena blog en La Comunidad del Taller. Propietario de Carrocerías Javier (Caborana, Asturias), es además de gerente, chapista y pintor, perito de automóviles. Tiene sin duda una visión que aportará muchas cosas desde su ‘ventana’, que arranca con este primer blog.

“A lo largo de los años la figura de perito ha estado presente en el taller de carrocería, más aún en estos tiempos, en los que un porcentaje elevado de las reparaciones que se realizan en el taller son tramitadas a través de una compañía de seguros.

Sin duda, tanto el taller como el perito han evolucionado mucho en estos años, llegando a la actualidad donde cada vez crecen más las tensiones entre las dos figuras: en numerosas ocasiones, los empresarios del taller echan la culpa a los peritos de todos los males que suceden en sus negocios de chapa y pintura.

Todos los que hemos trabajado en el taller hemos escuchado quejarse al jefe de taller o al responsable que corresponda de que el perito le dio pocas horas de reparación, de que no le puso una pieza nueva, de que no paga suficiente en pintura… Y un largo etc.

A primera vista, lo tendría claro: el perito es nuestro enemigo, porque ha venido a robarme.

Sin embargo, yo lo veo de otra manera. El perito es amigo del taller… y además un buen amigo, casi hermano.

Para empezar, vamos a ponernos en contexto: llevo 16 años trabajando en un taller de carrocería, tanto de chapista como de pintor, y recientemente he conseguido aprobar la titulación de perito de seguros de automóviles. Sí, me he pasado al lado oscuro, o al menos la mitad de mí. ¡Qué traidor!

Habiendo visto en mayor o menor medida los dos mundos, he llegado a la conclusión de que el perito es el mayor amigo del taller. Diría de hecho que es imprescindible.

A día de hoy un taller de carrocería no se sustenta sólo reparando, quedaron atrás los años en los que el taller de carrocería se caracterizaba por ser el mejor reparador y pintor, que la mejor publicidad eran las propias reparaciones. Hoy en día, el taller de carrocería tiene que contar sin duda con grandes técnicos reparadores, por supuesto, pero no sólo: las labores actuales nos obligan a ser también buenos gestores y/o tramitadores, empresarios, tener nociones de márketing e incluso, llegado el momento, desenvolvernos en las redes sociales para darnos a conocer en el mundo digital.

Pero hay más… Sí, también hay que ser un gran perito.

Y es que, amigos míos, a día de hoy quien no revise las peritaciones y sepa utilizar tanto los baremos de pintura como los propios programas de valoración, no está siendo rentable, o al menos no todo lo rentable que podría ser.

Todos estamos profesionalizándonos al máximo, incluidos los peritos. Quedó atrás eso de “me pagaste poca pintura, ponme más”. A día de hoy un perito es un profesional y por eso mismo tenemos que argumentar nuestros trabajos como profesionales que somos, y para eso es imprescindible ser perito, o por lo menos tener en nómina o contratar los servicios de uno.

Hablando el mismo idioma técnico, argumentando nuestros trabajos de forma técnica y explicando correctamente todos los puntos clave de las diferencias que creemos que existen entre la valoración del perito de la compañía y la nuestra. Es ahí donde dos profesionales del sector se entienden y hablan de tú a tú.

Por eso el perito es nuestro amigo, porque de una forma u otra debería existir, a mi entender, no sólo el perito de la compañía, también el perito del taller. De esta forma el técnico del taller puede ofrecer un trabajo de calidad, y el perito del taller trasladar al perito de la compañía los argumentos necesarios para defender el trabajo, para de este modo llegar a un entendimiento, a una negociación entre iguales.

No podré olvidarme tampoco del mal perito: ese que por muchos argumentos que reciba no atiende a razones… Él es el más listo, él es el que todo lo sabe, al que le van a dar acciones de la compañía cuando se jubile y hacerlo presidente honorífico.

Como en todo, siempre hay ovejas negras, pero esos son los de siempre, los que todo el mundo sabe, de los que todo el mundo habla. Pero por suerte, sólo está él… los demás, el 99% de los peritos son profesionales… O por lo menos esa es la suerte que yo he tenido”.

Fuente: La Comunidad del Taller